Col rizada: el superalimento que no viene de campos lejanos
Noviembre 2021
Los superalimentos: amuletos para una alimentación más saludable, no dejan de ocupar titulares. Este concepto engloba aquellos alimentos a los que se les atribuyen propiedades especiales para nuestra salud. En algunos casos, dichas propiedades no han sido demostradas. A su vez, la gran mayoría son ricos en vitaminas y minerales. Entre los superalimentos clásicos se encuentran, entre otros, las bayas de goji, de açaí, la granada y las semillas de chía. Todos ellos, además, tienen en común su origen en tierras lejanas. Por ello, a menudo los encontramos a precios altos, suponiendo su posible contaminación durante el cultivo un supuesto para nada asumible.
Sea como sea, nuestros requerimientos de vitaminas y minerales se pueden cubrir fácilmente con una alimentación amplia y equilibrada, también con productos locales o regionales. Nuestros prados, bosques y campos también nos proporcionan productos locales especialmente ricos en componentes de calidad. Entre ellos se encuentran, por ejemplo, los arándanos, las grosellas negras o la col rizada.
La col rizada ha caído un poco en descrédito, relegada a verdura reblandecida y servida, tradicionalmente, como acompañamiento de las chuletas de Sajonia con patatas. Curiosamente, se trata de una verdura que, bien fresca y recién preparada, resulta bien versátil y especialmente rica en calcio, vitamina A y proteínas vegetales. Ligeramente rehogada resulta ideal en ensaladas templadas. Hecha al horno con un poco de aceite, nos permite preparar unas deliciosas chips de verduras, y sus hojas, trabajadas con un poco de aceite, enriquecen cualquier ensalada de otoño.
Créditos fotografía:
Anya Rüngeler
Una combinación bastante original sería la col rizada rehogada con setas shiitake en salsa de miso y vino blanco: un plato rápido que se torna en una explosión de sabores en boca. Para ello solo necesitamos pasar las setas por la sartén con un poco de aceite de oliva. En otra sartén, y también con un poco de aceite, rehogamos la col rizada, separando las hojas blandas del tallo, junto a una cebolla blanca cortada en dados. Se trata solo de rehogar brevemente la verdura, sin pasarse. Desglasamos con un poco de vino blanco. Como último paso, agregamos a la verdura un poco de nata de avena y una cucharada de pasta de miso, y mezclamos. Salpimentamos y servimos junto a las setas. En caso de no encontrar pasta de miso en tiendas locales, podemos encontrarla online fácilmente.
Este superalimento verde también funciona muy bien como tentempié: para ello, separamos las hojas del tallo y las cortamos en tiras anchas, las mojamos bien con una mezcla de aceite de oliva y sal y las distribuimos sobre la bandeja del horno. Llevamos al horno a 160 grados durante aprox. 20 minutos. No deben tostarse demasiado, pero sí quedar algo crujientes. Las servimos en un cuenco: un buen tentempié para disfrutar mientras vemos una película.
Con las hojas de la col rizada también podemos preparar una colorida ensalada de otoño: colorida, rica y llena de vitaminas. Junto a un puñado de rúcula bien picante, unas jugosas rodajas de manzana, grosellas y un par de cucharadas de piñones tostados, tenemos una ensalada perfecta. Antes de agregar la col rizada, lo importante es trabajarla, amasarla bien con las manos hasta reblandecerla, empleando un poco de aceite. Así conseguimos una verdura más digestiva y que combina mejor con los demás ingredientes. A esta ensalada le va bien una vinagreta ligera a la que daremos un toque dulce añadiendo un poco de sirope de arce.
Por supuesto, también podemos servir la col rizada a la manera tradicional, cocida y acompañando platos más tradicionales. Solo debemos tener en cuenta que su aporte en vitamina C se ve deteriorado o incluso se pierde si se cocina demasiado tiempo y a alta temperatura.