Comer con la luz adecuada
Para comer necesitamos de buena luz, aunque no siempre. Y es que hasta una "cena a ciegas" tiene su encanto. ¿Cómo influye la iluminación en la percepción de los alimentos y el sentido del gusto? ¿Qué tipo de iluminación los pone mejor en escena? Le descubrimos por qué es tan relevante la iluminación en la cocina.
La iluminación adecuada para la mesa
Una comida de primera se basa a partes iguales en sabor y en un ambiente agradable, y en este último se incluye la luz adecuada.
¿Dónde prefiere comer? En muchos hogares todos comen y se reúnen en torno a una mesa de comedor clásica. La luz sobre esa mesa debería iluminar armoniosamente toda esa zona y, al mismo tiempo, tener cierto efecto decorativo.
El diseño de iluminación: tanto en el comedor como en la cocina, la lámpara de techo no debería colgarse directamente sobre el centro de la mesa, para evitar una luz demasiado intensa sobre los platos. Además, se recomienda una luz blanca y cálida, que genera bienestar y relajación. También puede optar por varias lámparas con tonalidades y brillo regulables.
Nuestro consejo: si las lámparas son regulables en altura e intensidad, podrá ajustar la luz durante las comidas en función de la hora del día y así conseguir siempre el ambiente adecuado.
¿Claro, tenue u oscuro?
¿Qué luz es la que mejor resalta los alimentos? Depende de la situación. Un plato complejo, en el que cada componente se emplata de una manera especial, como si se tratase de un bodegón, requiere de una buena iluminación, lo suficientemente brillante, que estimule el sentido de la vista.
¿Es el sabor lo más importante? No siempre: en una cena a la luz de las velas, lo es, más bien, el ambiente. En este caso se apuesta por la luz de las velas para recrear un ambiente romántico. El sentido de la vista pasa, en cierto modo, a un segundo plano.
Cuando la percepción es limitada, las sensaciones cambian. Una "cena a ciegas" potencia los sentidos del gusto y el olfato, íntimamente relacionados, al suprimirse el sentido de la vista, que a menudo supone una distracción. Como resultado, el paladar y el olfato se activan más, viviéndose la comida más conscientemente: una experiencia emocionante que, definitivamente, no debería perderse.
La comida como un emocionante viaje sensorial
Como se suele decir, comemos con los ojos. Vemos un plato deliciosamente preparado y la boca, literalmente, se nos hace agua. Sólo con la luz adecuada podemos disfrutar plenamente de la comida. La forma y el color, por ejemplo, nos dicen mucho sobre el tipo de alimento, su frescura y su textura. Es algo de lo que también se aprovechan en los supermercados y la restauración:
- el color de frutas y verduras se ve más intenso a una temperatura de luz de 3.000 Kelvin.
- El pescado rojo y las carnes rojas se ven más frescos con luces de temperaturas más cálidas.
- La frescura del pescado blanco se resalta especialmente con luz blanca fría.
- El queso y el pan suelen resultar más apetecibles con luz blanca cálida.
Así, la iluminación influye en nuestro comportamiento en torno a la comida. Y las asociaciones de color transmiten preferencias y asociaciones: ¿Usted también asocia el amarillo con lo ácido y el rojo con lo picante? En definitiva, en la cocina y en la comida participan todos los sentidos, vista, olfato, oído, gusto y tacto. Sólo la combinación de todos ellos nos permite el máximo disfrute.